El peligro de procrastinar antes de los exámenes
finales
El 50% de los universitarios posponen las tareas
académicas por miedo a fracasar. La llamada procrastinación se puede combatir
En época de exámenes o de entrega de
trabajos finales, cualquier excusa es buena para posponer el momento de
comenzar la tarea. Pensamientos como “si duermo la siesta, me sentiré con más
ánimo para estudiar” o “lo haré más tarde” pueden parecer inofensivos pero no
lo son. Los expertos alertan del peligro de convertirse en un procrastinador,
un especialista en retrasar de forma recurrente el inicio de una actividad por
miedo a fracasar. Esa falta de acción deriva en sentimientos de culpa y puede
generar ansiedad en el estudiante.
“Es una conducta frecuente que afecta a más del
50% de los universitarios”, asegura Marcela Paz González, profesora de la Facultad
de Psicología de la UNED y autora del estudio ¿Puede
amortiguar el Engagement los efectos nocivos de la procrastinación académica?,
publicado en 2013. Los llamados postergadores son, en muchas ocasiones,
perfeccionistas con aspiraciones demasiado ambiciosas. Esas expectativas hacen
que comenzar una tarea les suponga un esfuerzo titánico. “Por miedo a fracasar
evitan realizar trabajos en los que no hay garantía de éxito”, apunta González.
Al no poder alcanzar las metas poco realistas que se imponen, sienten que no
están a la altura y ven el mundo demasiado difícil y exigente.
“Para evitar esos sentimientos, retrasan
el momento de ponerse a estudiar. El trabajo se les acumula entonces y se
empiezan a sentir saturados y ansiosos”, detalla la experta. Los
procastinadores piensan: “yo tendría que ser capaz de realizar toda esa tarea”.
Y eso les genera pensamientos negativos sobre uno mismo del tipo “qué estúpido
soy”. Se sienten incapaces de establecer prioridades. En lugar de buscar
soluciones, suelen pasar su tiempo lamentándose. “La actitud de dejarlo todo
para mañana acaba siendo un freno definitivo”, añade la psicóloga. Se trata de
“trucos” inconscientes como salir a comprar algún producto de “extrema
necesidad” o visitar a un familiar al que hace tiempo que no se ve.
"No es un fenómeno actual, tenemos
constancia de que se da desde la Revolución Industrial, pero ahora va en
aumento. Los jóvenes de hoy son de satisfacción inmediata porque no han
aprendido a frustrarse, en parte porque los padres se lo han dado todo",
explica González.
El bloguero estadounidense Tim Urban
explica de manera cómica en una charla TED los mecanismos que se accionan en el
cerebro de un procrastinador. Es la parte más animal la que busca la
satisfacción inmediata y el entretenimiento constante y la que bloquea a
nuestro yo responsable.
Para hacer frente a esta conducta y
empezar a estudiar para los exámenes finales con el suficiente tiempo de
antelación, un grupo de expertos propone seis técnicas:
1- Empieza ahora. Esperar
a que llegue la inspiración es un error. “La inspiración inicial no siempre
llega y si lo hace no se mantiene durante mucho tiempo. Resolver un problema
requiere mantener el esfuerzo”, señala William J. Knaus en su
libro End Precrastination Now! (en español, termina con la
procrastinación ya). Según este autor, con más de 20 publicaciones sobre este
tema, es mejor empezar la tarea sin estar inspirado, pues es más probable que
llegue mientras se está trabajando que sin hacerlo. “Si no llega, el trabajo ya
estará hecho y una cosa menos de la que preocuparse”.
2- Divide la tarea
en trozos. “El objetivo es dividir el contenido en pequeños bloques y
estudiarlos en espacios de 15 o 20 minutos para obtener la sensación de logro”,
explica Marcela Paz González, de la UNED. El estudiante debe hacer un
descanso de cinco minutos entre cada bloque. "Es imprescindible eliminar
cualquier fuente de distracción (móvil, tele,...). Eso quiere decir no tenerlos
al alcance. Distraen, desconcentran y son perfectos para procrastinar",
señala Nuria Codina, profesora de Psicología Social de la Universidad de
Barcelona.
3- Elabora
un calendario de estudio. Aplicaciones como Google Calendar, Sunrise
Calendar, Awesome Calendar, o The Homework App son útiles para
organizarse. En este punto, Anna Iñesta, directora del Centro de
Innovación Educativa de ESADE, recomienda analizar todas las tareas
pendientes y colocarlas en una barra temporal a modo de timeline. “Tener
una visión panorámica de los diferentes exámenes o de los proyectos y las
fechas de entrega ayuda a ver qué tareas hay que priorizar”. Según un estudio
elaborado por José Vicente Pestana, profesor de Psicología Social de
la Universidad de Barcelona, se ha demostrado que los
alumnos que no se planifican bien obtienen malas calificaciones. “El alumno que
estudia y trabaja, procrastina menos. La responsabilidad hace que la persona
presente un mayor rendimiento académico”, asegura.
4- Identifica
tu biorritmo. “Hay personas a las que les cuesta mucho arrancar por la
mañana y tienen más energía por la tarde”, señala Iñesta. El biorritmo se puede
modificar con la rutina, cambiando el horario. “Si madrugas más y en esas
primeras horas realizas tareas más complejas, tu cuerpo responderá”. La
profesora de laUniversidad de Oakland Barbara Oakley, recomienda no
recurrir a la presión de dejarlo todo para última hora de la tarde o noche para
ser más productivo. “Cuando duermes, crecen nuevas conexiones entre las
neuronas, pero solo un grupo reducido. Por eso es importante asimilar nuevos
conceptos poco a poco cada día”. Las estructuras neuronales, sostiene, son
similares a las musculares. “¿Quién podría pensar que los levantadores de pesas
preparan sus músculos para una competición en una sola noche? Saturarse la
noche antes del examen significa que se va a construir una estructura neuronal
muy débil”, indica la coatura del curso Aprendiendo a Aprender de
la plataforma Coursera.
5- Intenta
engancharte a la tarea. “Se trata de conversar con el texto, hacerle
preguntas y desechar los párrafos tontos, detectar el relleno”, señala
González. “Muchos alumnos creen que todo es igualmente importante y tienen que
aprender a detectar dónde está la información relevante”, añade. Para ello recomienda
crear mapas conceptuales con herramientas como Cmap Tools. “Al elaborar
estos esquemas, el estudiante realiza un esfuerzo importante para distinguir lo
esencial de lo superfluo y procesa mejor la información. Estos mapas son como
un árbol que entrelaza conceptos clave sobre una temática; aportan una visión
global”, indica Anna Iñesta, de ESADE.
6- Habla
con tu mejor parte. Normalmente la frustración es la que ocupa gran
parte del diálogo interior. “La primera gran frustración marca una herida y
abre un pozo de oscuridad al que van cayendo todas las experiencias negativas.
Eso provoca que aparezca el miedo a un futuro fracaso”, señala González. El
estudiante debe cambiar el discurso que tiene de sí mismo para ganar confianza.
“Se dice que no es capaz y tiene que sustituir ese discurso por el de momentos
de éxito en los que sí logró un buen resultado académico”. Tiene que ver,
sostiene González, con experiencias reales del alumno que debe recordar.
No hay comentarios:
Publicar un comentario